martes, 10 de octubre de 2006

Con esto concursé para el diario " El Observador"....y perdí.

"De perras y cardos"

Era como por 1976 o 77', eso creo, pero de seguro antes de los 80's. Era verano y se trataba de una encuesta de rutina, de esas que el SAG hacía o hace para obtener datos a procesar de nuestros productivos campos. En la camioneta el chico Soto, Don Enzo y mi padre doblaban camino hacia Quebrada Albarado cerca de Limache, por ahí por donde está el Rancho Zantana.
De repente, lo extraño, lo inesperado.
- la perra!, la perra!, la perra!.
En ese camino polvoriento aparecía una señora corriendo y gritando como alma que se la lleva el diablo.
- la perra!, la perra!, la perra! - gritaba mientras se tocaba la cabeza como queriendo sacarse los cabellos.
El chico Soto miró a Octavio, mi padre, con cara de mas perdido que diputado en la cámara un día de votación, no entendiendo nada.
- a ver hombre, para...para!!... qué será lo que le pasa a esa señora - se apresuró a decir Octavio.
Don Enzo, como siempre, demostró sutilmente su interés por no meterse en problemas, con un no meneando la cabeza, pero ya era demasiado tarde. El chico Soto, que era mas aguja que Columbo, ya había detenido el motor y mi padre ya bajaba de la camioneta para auxiliar a la pobre iñora.
- la perra!, la perra!, la perra! - seguía diciendo ya con los ojos medios desorbitados y llorosos.
- qué le pasa a la perra - preguntó el chico Soto.
- donde está la perra? - preguntaba Octavio.
- allá...tiene a un gallo pillao en la casa...uno que se quería robar las pocas pilchas que tenemos, señor - respondía ligero la mujer mientras apuntaba a una casa que estaba sobre una colina a la orilla del camino.
Octavio cambió miradas con Sotito, entendiendo que Stark y Hatch serían una alpargata al lado de ellos y enfilaron rápido hacia la casa.
- Llamemos a carabineros será mejor y esperamos aqui no mas- dijo Don Enzo.
Los dos improvisados paladines se detuvieron y dedicaron una mirada que, aún con el sol que hacía, dejaba congelado a cualquiera. Los celulares solo existían en los capítulos de Viaje a las Estrellas, para estos tiempos.
Batman y Robin volvían a lo suyo cuando apareció Flash. Tan rápido como había aparecido, un joven subía el sendero hacia la casa, mientras les preguntaba si éran funcionarios fiscales. Obviamente había visto el sello "estatal" de la camioneta. Sin esperar respuesta nos dijo:
- Soy cabo de carabineros de Villa Alemana, ando de franco y vivo un poco más allá. Tendrán que ayudarme a pillar a este desgraciado.
Sotito y mi padre agarraron lo que pillaron del costado del camino y siguieron al representante de la ley hasta la casa.
-Quizás qué brioná estará haciendo este gallo en la casa y yo aquí; quién me manda a meterme en tonteras....- pensaba mi padre mientras subía por el sendero.
Cuando llegaron a la casa efectivamente había una perra que ladraba como que fuese la última cosa que haría en su vida a la vez que saltaba y movía la cola a su dueña como diciéndole "mira lo que hice: pillé a un malanga".
El cabo se dirigió derechito al interior de la casa y registraba todo mientras Sotito y Octavio esperaban un poco mas afuera.
Lo extraño es que no se encontró a nadie y el cabo trataba de entender lo que pasaba pero fue ahí donde entendió que la perra era el punto clave en esto.
El mamífero corría hacia el interior de la casa y entraba hasta una pieza. Los tres mosqueteros entraron al unísono y llegaron a la pieza en donde la perra ladraba enloquecida apuntando una cama. Sotito pasó una escoba por debajo y no tocó nada, pero el cabo fue mas astuto y se agachó a mirar y ahí estaba la madre del cordero. El brión estaba debajo de la cama agarrado con los brazos del somier tratando de no tocar el suelo.
- sal de ahí desgraciado si no queris que te agarre a palos y te heche la perra - sentenció contento de haber pillado al malandrín, el cabo.
De debajo salió un hombre flaco y largo que mas parecía brocheta que cristiano, con una cara de "yo no hice nada" que estaba calado para campaña del Hogar de Cristo.
- ahora si que te tengo patitas p' que te quiero. De esta no te salvai, flaco.- dijo el representante de la ley.
Octavio mas nervioso que marino mercante a la espera de un parto, no sabía qué hacer. Pero Sotito ya se había movido para encontrar las especies que pretendía robar en unas bolsas.
- no me hagan nada por favor, solo quería algo para comer.
- claro!! Y yo soy Tatú - respondió Sotito que sostenía una radio y unas ollas que tenía el brión en las bolsa.
El cabo lo tomó de las mangas de la chaqueta que llevaba y lo inmovilizó como los policías saben.
Sotito se adelantó a volver a la camioneta para que no les robaran a ellos. De paso miró a don Enzo que había estado todo el rato a cierta distancia y le dijo:
- supongo que en la oficina usted redujo al delincuente y nosotros miramos no mas. Hay que ser bien....
El cabo tomo al detenido y comenzó a dirijirlo hacia el camino, mientras Octavio le devolvía las cosas a la señora.
De la perra nunca más se supo y la señora ni las gracias dio.
Parecía que aquí terminaba todo pero eso estaba lejos de ser así.
El malanga dándose cuenta que el cabo era un chiquillo inexperto y que no iba armado, hizo una contorción rápida y en un dos por tres el cabo quedó boquiabierto al ver que el tipo corría lejos de ahí y él solo se quedaba con su maltrecha chaqueta de cuero negra.
Todos paralizados.
"Por qué la perra no está cuando se le necesita", pensó Octavio desesperado.
El tipo corría ya feliz disfrutando de haber burlado a casi toda la liga de la justicia junta cuando el chico Soto, que ya estaba sentado en su puesto de piloto en la camioneta, lo vio por el retrovisor y abrió la puerta del copiloto justo cuando el chingao pasaba raudo por su lado dejándolo estampado en la puerta y contando estrellitas y luceros.
Lo sorprendente es que el brión era mas duro que pata cruda y atinó a pararse, así que el cabo y Octavio se le tuvieron que tirar encima para reducirlo y como el paquito no andaba con esposas estaba volviendo a escapar. Entonces mi padre mientras forcejeaba con el gallo entre tierra suelta, ramas y hojas de Eucaliptos y cardos secos, que picaban mas fuerte que plata en manos de cabro chico, le pidió a Sotito una soga y lo laceó como a un ternero.
Por fin fueron con el pillo a la comisaría de Villa Alemana y lo entregaron a la justicia.
De la encuesta nunca mas se habló, el paco nunca dijo su nombre, la iñora no dio ni las gracias, la perra nunca mas apareció...y lo que es peor a mi viejo nunca la había dolido tanto el trasero como con las espinas de cardo con las que se tuvo que ir para la casa.
"Esto no le pasa a los superhéroes", pensó.

Para Diego.....

Sentía un calor tremendamente agradable, tranquilizador, inagotable, protector. Sentía que nada le haría daño, que nada podría perturbar la paz que sentía en ese momento.
Parecía estar suspendido en una pausa en el tiempo y el espacio que no le incomodaba en absoluto. Parecía estar en el mejor lugar del mundo.
De pronto la potente luz de esos día de Septiembre lo invadía todo. La frescura de la mañana primaveral le refrescaba los pulmones como si fuese oxígeno puro. Todo verde, todo con flores y a los pies de una cerca de madera.
- Esa es una gaviota y la otra se parece a la cabeza de Bart Simpson - Decía.
- Mira y esta otra... dime que no parece un la cabeza de una jirafa.
- Sí papá, es igualita. Pero mira esta otra es igual una paloma en vuelo...esta si que es linda, es la nube mas linda que he visto en mi vida - le decía a su papá.
Nunca había sentido tanto placer al estar tirado de espaldas mirando al cielo observando las formas que tomaban las nubes, y eso que lo hacía siempre, pero esta vez era especial, esta vez era con su padre.
Ahora como por arte de magia, entre las nubes, estaba el volantín mas grandioso que se había visto por esta tierras. Volaba alto y era como si de repente se perdiera entre las nubes con formas extrañas y jugara a las escondidas, se ocultaba de el y su padre para volver a aparecer como diciendo " aquí estoy!!! Y no me pillan". Reía. Se quitaba el pelo de los ojos y se ponía la mano derecha en forma de visera para no volver a perder de vista el volantín. Era chupete y su padre lo manejaba como los dioses.
Así como apareció se fue. Como consumido por el aturdidor sonido del oleaje cuando estás en la arena a orillas del mar. Y que extraño...eso era, era la arena de la playa que le hormigueaban los pies. Estaba caliente, pero no importaba, el castillo era el mejor. Parecía como si la arena fuese el mejor concreto del mundo. Robusto, alto, con las mejores murallas almenadas que jamás había visto.
Es para primer premio, nunca lo creyó posible.
Al instante siguiente, la obscuridad. Velas. Sonidos de vasos y copas que se chocan y el sabor de el mejor trozo de carne al jugo que había probado. Bebidas, quesitos y todo tipo de verduras que tanto le gustaban. Luego el postre, torta con helado o helado con torta, daba lo mismo. Era de lúcuma o algo por ahí, pero era sabrosa.
"Que duermas bien" le habían dicho luego de bañarlo y contarle un cuento.
Todo estaba ahí, todo era perfecto.
De pronto el calor agradable se transformó en frío. Frío de viento con sabor extraño. Viento con imagen, viento que no se olvida.
Entonces fue ahí en donde lo vio y comprendió.
- Adiós hijo, cuida a tu madre. Volveré- le decía su padre mientras dejaba de abrazarlo.
Ahí estaba otra vez. Su padre lo dejaba nuevamente sin protección, sin sus poderosos brazos de pescador rodeándolo. Libre, pero a merced de los elementos, a merced del mal oliente viento del muelle de embarque del puerto donde su padre se apresuraba a no quedarse sin subir al barco que, para inicios de Septiembre del próximo año lo traería de vuelta otra vez para ser el protagonista del sueño mas hermoso de su pequeño hijo. Sueño que se daba solo una vez al año...para Diego.

Otro regalito para leer....


Sombras que acompañan.


Es sorprendente cómo esos científicos que llamamos locos tienen, de vez en cuando, la razón.
Creo en ello cuando pienso en la relatividad de las cosas; . . . de esa que algún día alguien habló, de las circunstancias que rigen a las cosas para que sucedan o no. Pienso en cómo un escenario de renombre, de tablas cargadas de mil emociones, se presta para sostener a un emocionado actor recibir el aplauso de un público efímero pero incondicional, y luego transformarse en una tumba fría y abierta de ese mismo actor que una vez estando sólo frente a lo que fue su anfiteatro, le sirve de antesala para vivir en delante de solo recuerdos de lo que pasó, de la gloria o fracaso que vivió.
Pienso en cómo mi vida, que una vez comenzada ya no se detendrá, se ha ido escribiendo de muchas formas y circunstancias, de muchas y relativas vivencias.

Hoy ese trozo de papel colgado en la muralla con esa foto de paisajes hermosos . . . o frutas . . . o de que se yo llamado calendario me recuerda que la fecha llegó y que hoy cumplo nada menos que doce años de casado. Doce años de vivir con una mujer a mi lado, siempre, como una sombra que jamas te deja de lado, una sombra que a veces llega inclusive a cubrirte por completo, oscureciendo tu horizonte, ocultándote de manera muy certera los caminos que por tanto tiempo estabas buscando. Doce años de aquel momento en que te dejaste llevar decidido y confeso del crimen de amar, a juntarte a través de una parafernalia legal que hasta el día de hoy no entiendes, y para siempre con una persona que, pasado el tiempo entiendes que nunca dejarás de conocer. Doce años de dejar atrás muchas de tus libertades y sueños por un ideal que no era tan ideal.
Sin embargo ese calendario tiene otras anotaciones que me llaman la atención: “ 12 de Junio – Gas chico y grande”, tal día - hora al médico, otro – regla “, y así otras cosas que me hacen sentir y pensar en la alegría de que hoy cumplo doce años de hogar, doce años de estar casado con mi flaca; . . . la flaca de mis amores, el amor de tantas tormentas y remansos, mi esposa que, definitivamente, sin ella no habría volado por estas nubes de color celeste y rosa que hoy si decoran mi vida.
Es por esto que pienso en que sí, todas las cosas son relativas y dependen de cómo las vivimos y como las vemos. ¡ Por todos los cielos, sólo Dios sabe cuánto me hacen falta los olores, los sonidos, los sabores . . . las sombras que sólo mi mujer y mis hijos me dan como compañía! . . .
¡Sólo Él sabe cuánto me hacen falta cuando no están!.