jueves, 29 de noviembre de 2007

Agridulce revancha

A la espera de oportunidades. Al aguaite de los cambios que se puedan producir en las corrientes de la vida. A la observación de cualquier variación en los vientos del futuro para aprovechar la ráfaga y abrazarla con las velas de la esperanza y la juventud. Una esperanza a veces inflada en falso y una juventud a cada día mas hecha jirones y gastada por el inexorable paso del tiempo.
A la espalda, la vida pasada. La familia forjada, el amor vivido, la muerte conocida, la experiencia ganada.
Pero el sentir desagradable de vivir un libro sin completar y falto de un guión de peso, ronda la cabeza como mosquito en la selva.
Qué es? No lo sabía hasta hace poco.
La maldita costumbre de buscar mi destino lejos de donde estoy, de dejar atrás lo pasado y proyectar al futuro, para luego volver a mirar lo mismo de antes pero con la carga romántica de esa maleta llamada nostalgia grabada en los ojos, para darte cuenta que lo único que hiciste fue crecer un poco mas en cosas que, si bien es cierto, pueden llegar a valer de mucho en este mundo atestado de ignorancias, ignorantes e ignorados, pero que te costaron, te cuestan y te costarán siempre el alejarte un poco más de las cosas que uno sabe son las que te han dado energía todos y cada uno de los días de tu vida. Que tuviste que pagar con ausencia, nostalgia, soledad, tristeza y mas de alguna lágrima los cobros de una mirada hacia un horizonte lejano, mezquino y que no habla tu misma lengua, un horizonte que muestra un puesta de sol hermosa pero que para ti, por el momento, se disfruta desde los cerros, nunca desde la misma arena, un horizonte que te saluda pero si no pagas no entras a vivir la experiencia de ser parte de él.
Analizas esto una y mil veces y lo cierto es que así y todo te das cuenta que la experiencia llamada vida no es mas que la suma de momentos de total desorientación y penumbra como también de luces de alba y miradas cargadas de esperanza… de felicidad, de vida; y que uno es, o debe ser, lo suficientemente fuerte y decidido para creer en que se puede caminar por estas piedras sin romperse lo pies y alcanzar estaciones de descanso para mirar atrás y sentir que la vida siempre te da la posibilidad de una agridulce revancha.

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