martes, 12 de septiembre de 2006

Un regalo para los nocturnos....

Esto lo escribí hace mucho tiempo y hoy por primera vez lo publico. Ojalá les guste.

No sé si la noche es para ti lo mismo que para mi, pero te puedo decir que para mi es uno de los lugares más permisivos y misteriosos en donde he tenido la dicha de estar.
A más de alguien la noche le ha dejado algún legado incrustado en el alma, algún recuerdo bordado con hilo de oro guardado en el rincón más íntimo del corazón.
¿Quién no se ha sentido libre y auténtico bajo el manto de terciopelo negro y húmedo de la oscuridad que todo lo mezcla con olor a complicidad?
Yo he vivido los mejores momentos de mi vida sumido en las sombras de la ciudad, en las sombras del pensamiento, ligado a un solo sentimiento, aferrado a la idea de darle rienda suelta al corazón y abrir los ojos a miradas más profundas más amplias . . . como el mar, como la vida, como . . .
Hoy añoro tener la capacidad de crear y dar a luz ideas como lo hacen las estrellas y la luna, la capacidad de montar mil y un escenarios perfectos a la espera de ser estrenados por algún solitario actor anónimo en su maléfica obra maestra o un pequeño elenco de dos, dispuestos a todo por ensayar una y mil veces el acto único de un beso . . . solos, sin mayor público que los seres fantasmales que nacen y mueren entre el ocaso y el alba, seres que sucumben al poder asesino del astro que todo lo rige, del dios que por miles de años ha sido venerado y que sí . . . es verdad, tengo que admitir que da vida, vida que todos necesitamos, vida que viaja montada en esos rayos de ultravioleta color topacio y que para mi no dejan de ser los emisarios de la llegada del sol, que ; a mi gusto; solo le dan muerte diariamente a esa hermosa dama de negro . . . la noche.


Quillota, 12 de junio de 2000

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