jueves, 29 de noviembre de 2007

Priscos

Las once menos cuarto y el socio que magistralmente Basilio me encaletó para que lo recibiera como a las diez de la noche después de su viaje desde Mendoza aún no llegaba.
Con mi mejor cara de “hola yo soy quien quiere ser tu amigo“ y un ordinario y enteramente chanta, como dirían mis hijos, cartel de “Ariel” escrito a lápiz pasta , me paseaba por la salida principal de la Estación del Metro Escuela Militar con la esperanza de que apareciera y pudiéramos, quizá, conversar un poco de cosas nuevas.
Las once y nada, preocupación: “no se habrá perdido este che boludo… y eso que se las dan de tan macanudos”
Mientras cada grupo de personas que salía del metro me miraba con cara de: “será un cámara indiscreta” muy típica del chileno medio. De ese chileno al que pertenecemos la gran mayoría y cuyo peor miedo es el miedo al ridículo.
Salgo del interior de los calurosos pasillos de la estación por la vereda norte de Apoquindo para disipar los atisbos de ese mismo miedo al ridículo que ahora me empieza a hormiguear a mí y de pronto ahí. Una maleta, un bolso, unos pescadores a media canilla, chalas y una polera de esas que sabemos son argentinas.
Ariel se hace presente.
- Ariel!!!! – le grito para ver si era o no.
- Basilio?
- No Alejandro.
- Ah ..el primo.
- Sí.
- Che..cómo andás?
- Y bien – le respondo no se por qué con el acento mas argentino que se me venía a la cabeza.
Será que el acento nos gusta? Será que la envidia nos corroe por las mujeres que tienen, por lo grande del país, por el fútbol, los vinos y su siempre imagen de “aquí te las traigo peter”.
Bueno, no se, pero lo cierto es que sentí que a este gallo lo conocía desde siempre, un amigo que no veía hace mucho…un hermano.
Cuento corto nos hicimos muy amigos y quedamos en volver a juntarnos.
Un buen tipo. Un tipo que se ganó mi estima en poco tiempo, amigable, simpático, entretenido y por sobre todo muy, muy bueno para los priscos.

Cuando quieras amigo Ariel.

Presente

Mil veces que no. Que está malo. Que el pasto del vecino se ve más verde. Que por qué a mí. Que el aburrimiento me afecta a mí nada más. Que es lo que hay, entre tantas.
Y así y todo, la quiero mas que a nadie, la extraño y la miro a cada rato en donde no está.
He pensado en bajarle una estrella para que le ilumine los sueños, en inventarle una flor con colores que no existen, en regalarle una foto de mi alma, en diseñarle una estación del año a su gusto, en crearle una luna que le responda cuando le hable en soledad.
He pensado en preguntarle a su ángel de la guarda si necesita ayuda para protegerla, he deseado poder hablar con Eisntein y pedirle que me cuente cómo puedo retroceder en el tiempo o congelarlo para que mis hijos sigan siendo niños y la acompañen desde la inocencia siempre, he pensado en pintarle los horizontes para que viaje en cada minuto del día…he …, he querido tantas cosas para ella …y solo he logrado ser su compañero de este viaje en tren en donde sólo logras ver el paisaje del presente y no el por venir ni el que ya dejaste atrás.
Y sólo puedo regalarle lo que nunca dejaré de tener para ella …amor, amor del bueno, del que me lleva a levantarme todos los días para seguir cansando mas y mas mis pies, del que me dice que los niños se irán pero yo seguiré ahí, del que me hace valorar los momentos mas que ella para regalarle la alegría ganada y lo aprendido, amor del que me hace decirle que en su vida, la soledad, ni ayer, ni hoy, ni mañana estará presente

Agridulce revancha

A la espera de oportunidades. Al aguaite de los cambios que se puedan producir en las corrientes de la vida. A la observación de cualquier variación en los vientos del futuro para aprovechar la ráfaga y abrazarla con las velas de la esperanza y la juventud. Una esperanza a veces inflada en falso y una juventud a cada día mas hecha jirones y gastada por el inexorable paso del tiempo.
A la espalda, la vida pasada. La familia forjada, el amor vivido, la muerte conocida, la experiencia ganada.
Pero el sentir desagradable de vivir un libro sin completar y falto de un guión de peso, ronda la cabeza como mosquito en la selva.
Qué es? No lo sabía hasta hace poco.
La maldita costumbre de buscar mi destino lejos de donde estoy, de dejar atrás lo pasado y proyectar al futuro, para luego volver a mirar lo mismo de antes pero con la carga romántica de esa maleta llamada nostalgia grabada en los ojos, para darte cuenta que lo único que hiciste fue crecer un poco mas en cosas que, si bien es cierto, pueden llegar a valer de mucho en este mundo atestado de ignorancias, ignorantes e ignorados, pero que te costaron, te cuestan y te costarán siempre el alejarte un poco más de las cosas que uno sabe son las que te han dado energía todos y cada uno de los días de tu vida. Que tuviste que pagar con ausencia, nostalgia, soledad, tristeza y mas de alguna lágrima los cobros de una mirada hacia un horizonte lejano, mezquino y que no habla tu misma lengua, un horizonte que muestra un puesta de sol hermosa pero que para ti, por el momento, se disfruta desde los cerros, nunca desde la misma arena, un horizonte que te saluda pero si no pagas no entras a vivir la experiencia de ser parte de él.
Analizas esto una y mil veces y lo cierto es que así y todo te das cuenta que la experiencia llamada vida no es mas que la suma de momentos de total desorientación y penumbra como también de luces de alba y miradas cargadas de esperanza… de felicidad, de vida; y que uno es, o debe ser, lo suficientemente fuerte y decidido para creer en que se puede caminar por estas piedras sin romperse lo pies y alcanzar estaciones de descanso para mirar atrás y sentir que la vida siempre te da la posibilidad de una agridulce revancha.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Adiós a mi madre




¿cómo decirle adios a una madre?
Y sobre todo cuando ha sido alguien que siempre la viste luchar y trabajar por tí y tu familia, alguien que nunca dió las cosas por perdidas, alguien que te mostró a cada día el apego por la familia, el apego por quien compartiste muchas cosas desde niño, alguien que te mostró cómo debe ser la infancia, alguien que con o sin tiempo cocinaba comida casera todos los días, alguien que sabiendo que su trabajo sería duro y por mucho tiempo siguió adelante sin dudar, alguien que nos enseñó el esfuerzo, la avnegación, el silencio y la compañía...cómo le digo adios?
La verdad...no se puede... solo puedo decirle ...buenas noches vieja ... nos vemos mañana.