martes, 10 de octubre de 2006

Para Diego.....

Sentía un calor tremendamente agradable, tranquilizador, inagotable, protector. Sentía que nada le haría daño, que nada podría perturbar la paz que sentía en ese momento.
Parecía estar suspendido en una pausa en el tiempo y el espacio que no le incomodaba en absoluto. Parecía estar en el mejor lugar del mundo.
De pronto la potente luz de esos día de Septiembre lo invadía todo. La frescura de la mañana primaveral le refrescaba los pulmones como si fuese oxígeno puro. Todo verde, todo con flores y a los pies de una cerca de madera.
- Esa es una gaviota y la otra se parece a la cabeza de Bart Simpson - Decía.
- Mira y esta otra... dime que no parece un la cabeza de una jirafa.
- Sí papá, es igualita. Pero mira esta otra es igual una paloma en vuelo...esta si que es linda, es la nube mas linda que he visto en mi vida - le decía a su papá.
Nunca había sentido tanto placer al estar tirado de espaldas mirando al cielo observando las formas que tomaban las nubes, y eso que lo hacía siempre, pero esta vez era especial, esta vez era con su padre.
Ahora como por arte de magia, entre las nubes, estaba el volantín mas grandioso que se había visto por esta tierras. Volaba alto y era como si de repente se perdiera entre las nubes con formas extrañas y jugara a las escondidas, se ocultaba de el y su padre para volver a aparecer como diciendo " aquí estoy!!! Y no me pillan". Reía. Se quitaba el pelo de los ojos y se ponía la mano derecha en forma de visera para no volver a perder de vista el volantín. Era chupete y su padre lo manejaba como los dioses.
Así como apareció se fue. Como consumido por el aturdidor sonido del oleaje cuando estás en la arena a orillas del mar. Y que extraño...eso era, era la arena de la playa que le hormigueaban los pies. Estaba caliente, pero no importaba, el castillo era el mejor. Parecía como si la arena fuese el mejor concreto del mundo. Robusto, alto, con las mejores murallas almenadas que jamás había visto.
Es para primer premio, nunca lo creyó posible.
Al instante siguiente, la obscuridad. Velas. Sonidos de vasos y copas que se chocan y el sabor de el mejor trozo de carne al jugo que había probado. Bebidas, quesitos y todo tipo de verduras que tanto le gustaban. Luego el postre, torta con helado o helado con torta, daba lo mismo. Era de lúcuma o algo por ahí, pero era sabrosa.
"Que duermas bien" le habían dicho luego de bañarlo y contarle un cuento.
Todo estaba ahí, todo era perfecto.
De pronto el calor agradable se transformó en frío. Frío de viento con sabor extraño. Viento con imagen, viento que no se olvida.
Entonces fue ahí en donde lo vio y comprendió.
- Adiós hijo, cuida a tu madre. Volveré- le decía su padre mientras dejaba de abrazarlo.
Ahí estaba otra vez. Su padre lo dejaba nuevamente sin protección, sin sus poderosos brazos de pescador rodeándolo. Libre, pero a merced de los elementos, a merced del mal oliente viento del muelle de embarque del puerto donde su padre se apresuraba a no quedarse sin subir al barco que, para inicios de Septiembre del próximo año lo traería de vuelta otra vez para ser el protagonista del sueño mas hermoso de su pequeño hijo. Sueño que se daba solo una vez al año...para Diego.

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